Cuando nos preguntamos qué es la identidad digital y la reputación digital podemos intuir que se trata de un concepto que tiene algo que ver con cómo somos percibidos en el mundo digital o virtual. Y esto es así. Pero, como todo en la vida, hay algunos matices que debemos tener en cuenta.
¿Qué es la identidad digital?
Si ahondamos un poco en diferentes diccionarios y páginas web de referencia daremos con que la definición de identidad digital es el conjunto de información sobre un individuo, organización o dispositivo electrónico que existe en línea.
De esta manera, podemos certificar que la identidad digital (también conocida como la identidad 2.0) es la versión online de la identidad física. En el caso digital esta identidad se forma a través de los datos que nosotros mismos hemos ido publicando por internet:
- Datos personales.
- Imágenes compartidas de nuestras aficiones.
- Gustos a través de ‘likes’ a publicaciones, noticias etc.
- Incluso nuestra opinión acerca de restaurantes, tiendas etc. (a través de plataformas como Google Review, TrustPilot, etc).
En base a esto, la gran pregunta que nos hacemos es si la identidad digital representa fielmente la identidad real de cada persona, y la respuesta es clara: nunca al 100%.

Ejemplos de identidad digital
Podemos encontrar ejemplos de identidad digital como personas hay en el mundo. Y es que no hay un perfil concreto de identidad digital que sea mejor que otro. A nivel empresarial, se han generado multitud de perfiles con menor o mayor éxito comercial. Siempre dependiendo del público al que esté dirigida esta identidad.
Lo que sí debemos de tener claro es el objetivo que estamos buscando con nuestra presencia en el mundo virtual. Una vez hecha esta reflexión, sí podemos aportar una serie de recomendaciones para crear una imagen o reputación digital que sirva de ejemplo a nivel social. Las vemos a continuación.
La especialización es clave
A no ser que la aspiración de tu identidad digital sea la de convertirte en un ‘troll’ (un perfil que busca polemizar publicando mensajes provocadores o fuera de lugar), la clave es posicionarte y especializarte en una temática que te apasione. Tanto si eres un individuo o una institución o empresa, lo recomendable es crear contenido de calidad -que marque la diferencia- sobre una temática que te interese o domines.
Lo mismo podemos decir sobre los canales a utilizar. De nada sirve estar en todas las redes sociales o plataformas del mundo si no destacas al menos en alguna de ellas. Centra tu identidad digital en un nicho y las probabilidades de resultar relevante serán mayores.
Personalizar está bien, dar datos personales no
No debemos confundir la identidad digital con la real, por ello, lo mejor es no mostrar nunca datos personales como direcciones físicas (a no ser que seamos una empresa), documentación personal o incluso el correo electrónico personal (siempre puedes crear uno asociado a tu marca o imagen).
Por otro lado, en un perfil digital siempre es recomendable reflejar tus valores como persona o entidad. De esta manera, generará empatía en las personas con las que te conectes o te relaciones de manera digital. De ahí el complicado equilibrio entre resultar cercano y dar demasiados detalles personales.
Privacidad ante todo
Aunque este punto está íntimamente relacionado con el anterior, debemos diferenciar el hecho de no dar datos por voluntad propia a que nos los sustraigan. Un despiste, una sesión abierta en un lugar público o una contraseña que se cuela en una red social pueden dar al traste con nuestra reputación o la de nuestra institución. Y no solo eso, sino que también podrían acceder a nuestras contraseñas seguras, datos y operaciones bancarias, teléfono móvil, etc.
Es indispensable mantenerse ojo avizor en este aspecto y configurar bien todas las opciones de privacidad que nos ofrecen las herramientas digitales. También hemos de ser conscientes de las redes wi-fi a las que nos conectamos y de la seguridad (o la falta de ella) en las mismas.

Revisa tu reputación digital cada poco tiempo
La identidad digital es algo que, para bien o para mal, puede evolucionar con el tiempo. Por este motivo, es recomendable que revises la percepción que tienen de ti en el entorno digital.
Para ello es muy útil que busques tus términos de marca empresarial o personal a través de buscadores como Google o Bing. Los primeros resultados que encuentres serán los que te definan para todas aquellas personas que te busquen de esta manera.
También es recomendable que cada poco tiempo ejecutes una pequeña auditoría en tus redes sociales. Trata de mantenerlas actualizadas y acordes a la imagen que quieres transmitir en cada momento.
La identidad digital y el proctoring
Como ya hemos comentado a lo largo de todo el post, la identidad puede construirse sin que se corresponda exactamente con la realidad. En cualquier caso, lo que se hace bajo esa identidad digital tiene (o al menos debería tener) repercusiones en la vida real.
Y es que una persona del mundo real que está buscando trabajo a través de herramientas digitales tiene que tener una identidad digital que demuestre y sea fidedigna a su realidad.
Y lo mismo para un alumno que está realizando un exámen on-line. Son casos en los que hay que tratar de comprobar que ambas identidades coinciden en la misma persona.
¿Cómo podemos proteger nuestra identidad digital en un proceso online?
La respuesta es sencilla: con herramientas de proctoring como SMOWL. Gracias a nuestra tecnología de inteligencia artificial de reconocimiento facial podemos corroborar que la persona que está realizando una prueba online o una entrevista de trabajo es la misma persona que en la realidad. En resumen, que sus dos identidades coinciden y que se puede certificar que se corresponden.
Si necesitas una de estas herramientas o quieres probar como funciona por si puede ser interesante implementarla en tus procesos, no dudes en contactar con nosotros y te proporcionaremos una demo gratuita de SMOWL