Las metodologías activas convierten al alumno en motor de su aprendizaje, suponiendo un cambio radical con respecto a la educación tradicional.
En este tipo de estrategias el alumno no es un sujeto pasivo que recibe información, sino que participa a través de su propia experiencia en la adquisición de conocimientos, competencias y habilidades específicas.
Las implicaciones de las metodologías activas son cada vez más significativas y están adquiriendo gran protagonismo gracias a la irrupción en educación de las tecnologías de la información y comunicación (TIC).
Por este motivo, te hemos preparado un artículo en el que abordamos en todo detalle qué son, cuáles son sus características y qué tipos existen. Además, vamos a plantearte los ejemplos más utilizados.
Si quieres saber cómo crear un aprendizaje de valor, sigue leyendo porque este artículo te interesa.

¿Qué son las metodologías activas?
Las metodologías activas son estrategias que permiten desarrollar un aprendizaje participativo y relevante para los alumnos que aprenden a través de su experiencia. Suelen integrarse en procesos en los cuales los alumnos “aprenden a aprender”.
A diferencia de las clases magistrales de la educación más tradicional en la que el estudiante es únicamente receptor de la información, en las metodologías activas participa en la construcción de su proceso de aprendizaje y toma conciencia de sus puntos fuertes y débiles.
Mediante diversos formatos como pueden ser debates, proyectos, resolución de problemas o cuestionarios interactivos, entre otros muchos, el proceso de enseñanza se articula gracias a actividades estimulantes que se centran en el desarrollo de una determinada disciplina para que el alumno adquiera competencias y habilidades preseleccionadas.
De esta forma, el alumno se prepara para resolver cuestiones de la vida cotidiana cada vez más complejas a medida que va avanzando en su formación.
Este tipo de prácticas alimentan el interés del alumno por la exploración e investigación, ya que al buscar soluciones o superar desafíos basados en problemas reales, es decir al participar en experiencias significativas, los estudiantes se encuentran más predispuestos a la crítica y la reflexión.
Así pues, las metodologías activas convierten al estudiante en el protagonista de su educación, gracias a una comunicación activa donde el profesor adopta una figura de guía y atiende las necesidades académicas de su alumnado, pero sin coartar su autonomía.
¿Para qué sirven las metodologías activas?
Las metodologías activas buscan formar a estudiantes autónomos y responsables, que sean capaces de estudiar de manera independiente y de trabajar en equipo, participando proactivamente en la construcción de su propio conocimiento.
Asimismo, el aprendizaje que se consigue es un aprendizaje más profundo y sólido gracias al cual los alumnos pueden retener con mayor facilidad los conocimientos aprendidos y contar con los recursos necesarios para saber servirse de ellos en un futuro en situaciones análogas.
Características de las metodologías activas
Existen diferentes tipos de metodologías activas a las que puedes recurrir en tus programas formativos, como veremos más adelante, pero todas tienen características comunes.
A continuación te enumeramos las más relevantes:
- Se trata de un aprendizaje basado en la acción en el que el alumno adopta un rol activo y el profesor actúa como orientador, pero sin obstaculizar el desarrollo de la autonomía del estudiante.
- Despiertan el interés reflexivo del alumno y su compromiso y responsabilidad con su trabajo, como también fomentan que aprenda de sus errores, puesto que forman parte natural de los procesos.
- Permiten que los estudiantes establezcan relaciones entre los conocimientos teóricos que estudian y su vida cotidiana creando vasos comunicantes entre principios y práctica.
- Promueven la interdependencia positiva entre alumnos que desarrollan habilidades que facilitan la interacción gracias al trabajo cooperativo. Este modus operandi fortalece la convivencia y refuerza habilidades como la empatía o la escucha activa.
- Ayudan a los estudiantes a gestionar conflictos, intercambiar ideas e información, y a aprender los unos de los otros.
- Facilitan que los estudiantes aprendan a planificar, controlar y también evaluar su propio aprendizaje.
- Se sirven de procesos de evaluación continua del alumno, tanto a nivel individual como grupal cuando el trabajo o tarea es desempeñada en equipo, al igual que de la autoevaluación y la evaluación entre pares.
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Tipos de las metodologías activas en educación
Los diferentes tipos de metodologías activas promueven la curiosidad intelectual, el espíritu investigativo de las personas y la honestidad a la hora de enfrentar sus debilidades y trabajar por mejorarlas.
Podemos realizar una primera clasificación de estas estrategias en función de cómo las puede aplicar el formador. En ese sentido, las metodologías activas pueden ser globales, cuando se producen a lo largo de todo el curso, individuales o grupales.
Si nos ceñimos al lugar en el que se imparten, podemos hablar de metodologías activas internas (se realizan en el aula o el centro), externas (hacen referencia a las que se realizan fuera del entorno educativo como en casa o en actividades extraescolares) o híbridas (combinan actividades en el aula y fuera de ella).
Ejemplos de metodologías activas y cómo aplicarlas en el aula
Las metodologías activas forman parte en la actualidad de la programación curricular por su carácter innovador y las muchas bondades que proporcionan al aprendizaje.
Presta atención a los 11 ejemplos de metodologías activas que hemos compilado para ofrecerte una visión profunda de las posibilidades que tienes a tu alcance.
Aprendizaje basado en proyectos
El aprendizaje basado en proyectos (ABP) es una modalidad global e interdisciplinar que puede aplicarse a cualquier nivel educativo y en la que el alumno desarrolla habilidades como el pensamiento crítico y la autonomía planificando, desarrollando y ejecutando un proyecto en un tiempo determinado.
Por ilustrar lo que acabamos de comentar, nos vamos a referir al caso de que un tutor solicite a su clase la creación de una ciudad sostenible. Este proyecto involucra asignaturas como las matemáticas, la geografía, las ciencias o la tecnología.
Las fases del proyecto son 4: investigación sobre el asunto (¿qué es una ciudad sostenible?, ¿cómo reducir la contaminación?, etc.), planificación y diseño de la ciudad (repartiendo roles en el equipo y diseñando una maqueta), construcción material del prototipo o realización de una versión digital, y por último, explicación final del proyecto.
Aprendizaje basado en problemas
El aprendizaje basado en problemas plantea un reto inicial complejo a un grupo de estudiantes para desencadenar un aprendizaje autodirigido y estimulante, mientras el docente permanece como facilitador, pero sin interferir en el proceso.
Este tipo de metodología suele introducirse en secundaria o en el bachillerato, pues los estudiantes necesitan contar con cierta madurez para poder afrontar con éxito los retos planteados.
Un ejemplo puede ser que el profesor solicite a los alumnos que investiguen el caso de posibles intoxicaciones por agua contaminada en un pueblo.
Los equipos deben analizar cuáles han podido ser las causas y qué soluciones viables basadas en descubrimientos reales pueden aplicarse.
Se trata de un buen ejercicio para desarrollar la conciencia medioambiental y tomar conciencia de lo importante que puede ser que los ciudadanos adopten un rol activo frente a problemáticas de la comunidad.

Aprendizaje basado en el pensamiento
El aprendizaje basado en el pensamiento o Thinking-Based Learning (TBL) busca que los estudiantes desarrollen habilidades como el pensamiento crítico, reflexivo y creativo gracias a un análisis profundo de una situación.
En otras palabras, esta metodología ayuda a pensar a las personas que se sirven de ella aplicando estrategias cognitivas como la comparación, la clasificación, el análisis de las causas y consecuencias, o la toma de decisiones.
La activación del pensamiento puede llevarse a cabo mediante una lluvia de ideas (brainstorming) como primera toma de contacto con la temática expuesta: pongamos como ejemplo que se trata de reflexionar sobre si la alimentación de la sociedad es saludable.
Tras este primer paso, los alumnos pueden disponerse a comparar los alimentos naturales y ultraprocesados, y analizar cómo influyen en la salud de las personas.
El objetivo final de la práctica es determinar cómo se puede mejorar la alimentación desarrollando menús saludables y una campaña de comunicación eficaz sobre buenos hábitos alimentarios.
Aprendizaje cooperativo
Como su nombre indica, el aprendizaje cooperativo promueve la colaboración entre estudiantes procurando responder a la diversidad y fomentando la creación de aulas inclusivas.
Los estudiantes trabajan de manera conjunta para alcanzar metas comunes y lo que construye su sentido de pertenencia a un proyecto común es que cada uno depende del éxito de los demás, aunque la responsabilidad es tanto individual como grupal.
En este tipo de actividades el docente asume un rol esencial, pues debe proporcionar los recursos y el apoyo pertinentes para que se desarrolle de manera conveniente.
Pongamos el caso de que un grupo de alumnos deba investigar sobre diferentes modos de desarrollar la economía circular en sus comunidades.
Cada participante debe encontrar un método específica por su cuenta, para después ponerlo en común con el resto del equipo. Por último, todos los participantes deben preparar y presentar un plan conjunto.
Flipped room o aula invertida
Cuando hablamos de flipped room o aula invertida nos referimos a una combinación entre aprendizaje fuera y dentro del aula.
En esta práctica, los roles se invierten siendo el estudiante el que investiga sobre un tema por su cuenta y sus propios medios, para después exponerlo en clase y generar debate o encontrar soluciones gracias a la participación de sus compañeros.
Es una de las metodologías activas más significativas porque permite que el alumno sea el completo protagonista de su aprendizaje y reflexione sobre el proceso, pudiendo incluso elegir sus propios recursos y materiales, aunque bajo la supervisión del educador.
De este modo, aplica los conocimientos adquiridos en clase para desarrollar su razonamiento a su ritmo y una vez en el aula aprovecha la presencia del profesor para resolver sus dudas.
Esta dinámica puede aplicarse prácticamente a cualquier tipo de contenido y asignatura, como por ejemplo a las matemáticas, la historia o la biología.
Por ejemplo, el profesor puede solicitar a los alumnos que vean en sus hogares un vídeo sobre cómo resolver ecuaciones de tercer grado, y les propone una serie de ejercicios que deben hacer tras el visionado.
Los estudiantes deben anotar sus dudas y colaborar con compañeros una vez en clase para resolverlas, y solicitar la ayuda del profesor siempre que sea preciso.
Aprendizaje por descubrimiento
El aprendizaje por descubrimiento se basa en fomentar la exploración, el razonamiento y la experimentación en torno a un tema determinado con las herramientas y recursos que proporciona el docente.
En este proceso, el alumno ha de llegar a sus propias conclusiones a través de, en la mayoría de los casos, situaciones de aprendizaje ancladas en la realidad, lo que aporta valor a la práctica y motiva a los participantes.
Las fases de esta metodología activa son 3: planteamiento del problema, exploración y experimentación, y descubrimiento y conclusión.
Los ambientes o rincones
Este tipo de metodología activa suele darse sobre todo en educación infantil.
Consiste en dividir las aulas en diferentes espacios o ambientes de aprendizaje para que los alumnos experimenten de manera autónoma y flexible. Cada rincón didáctico tiene un propósito específico y los niños pueden integrarse en el espacio que más les interese.
Uno de sus principales impulsores, Loris Malaguzzi, defendía este método como clave para despertar la curiosidad de los niños en edades tempranas que se alimenta al relacionarse los unos con los otros en estos espacios.
La naturaleza de las diferentes áreas de experimentación se puede adaptar a necesidades curriculares precisas. Algunos ejemplos de rincones que puedes crear en el aula son:
- Espacio de juego simbólico donde los niños pueden representar situaciones de la vida cotidiana gracias a la imaginación y el desarrollo de habilidades sociales.
- Espacio de las artes plásticas en el que los niños pueden explorar su expresión sensorial y artística con todo tipo de materiales para manualidades.
- Espacio de construcción en el que con la ayuda de piezas encajables, materiales reciclados y bloques los alumnos pueden mejorar su lógica espacial, y por supuesto, su creatividad.
Aprendizaje basado en el juego (gamificación)
La gamificación introduce el juego en el aula logrando un mayor compromiso de los estudiantes y un descubrimiento del placer de aprender, al asociar la adquisición de conocimientos y experiencia a la diversión.
Las emociones positivas ayudan a fijar la teoría y mejoran la retención de la información, algo que ayuda a evitar la curva del olvido.
Puede ser un buen recurso para obtener buenos resultados en ortografía de manera divertida proponiendo juegos como acertijos, escritura creativa, sopas de letras, etc.
A medida que los participantes van consiguiendo logros acceden a recompensas que los motivan a seguir participando, mientras fortalecen la confianza en el aprendizaje y en sus capacidades.

El método del caso
El método del caso plantea un dilema sobre una situación real o ficticia para que los estudiantes debatan y planteen soluciones argumentadas. Se trata de un proceso basado en el método inductivo, pues parten de casos específicos para llegar a conclusiones o principios generales.
Esto les permite aplicar conocimientos teóricos a contextos prácticos encontrando sentido a su aprendizaje.
Este tipo de actividad promueve el trabajo en equipo, la escucha activa, la negociación, el sentido de responsabilidad y la toma de decisiones.
Por ejemplo, el profesor puede plantear la siguiente pregunta: ¿qué haríais si encontraseis una billetera con dinero en la calle? A partir de ese caso concreto, los estudiantes por medio del debate y argumentando sus respuestas pueden llegar a conclusiones universales sobre la ética y la toma de decisiones responsables en la vida cotidiana.
Simulaciones
Con una simulación los estudiantes pueden aproximarse de una manera realista a una situación o problema para reflexionar sobre el proceso a lo largo de 3 fases:
- Inicial. Permite establecer los objetivos de la actividad y definir las reglas de la simulación.
- Simulación. En esta etapa los roles se reparten y se van tomando decisiones para abordar el problema.
- Evaluación. En esta recta final del ejercicio, los estudiantes reflexionan sobre las soluciones tomadas, analizan alternativas y discuten las consecuencias de cada elección.
Las simulaciones son una estrategia formativa muy polivalentes y permiten profundizar en todo tipo de materias y asignaturas como ciencias sociales y humanidades, derecho y ciencias políticas, medicina y salud, etc.
Design thinking
El design thinking se basa en la resolución creativa de problemas, pero desde un enfoque centrado en un usuario objetivo a través de 5 fases:
- Comprender las necesidades y emociones del usuario utilizando la empatía.
- Identificar el problema central gracias a todos los datos recogidos.
- Generar ideas innovadoras para solucionarlo.
- Crear modelos o representaciones de las soluciones.
- Evaluar los prototipos gracias a la retroalimentación recibida en el proceso de testeo.
Esta metodología activa puede aplicarse a todo tipo de temáticas y es muy útil para mejorar las competencias tecnológicas en el aula.
El planteamiento puede ser el siguiente: en una clase de tecnología y emprendimiento el profesor solicita a los alumnos que propongan soluciones innovadoras para reducir el desperdicio de plástico.
Importancia de las metodologías activas en educación
Las metodologías activas en educación son las grandes protagonistas de la educación disruptiva que coloca la estudiante en el centro del proceso educativo gracias a la personalización, la tecnología y el seguimiento personalizado.
A modo de conclusión, creemos relevante señalar cómo las metodologías activas se adaptan perfectamente a la programación curricular donde resulta trascendental:
- Ceñirse a unos objetivos de aprendizaje determinados.
- Propiciar que el alumno desarrolle competencias específicas y adquiera conocimientos determinados.
- Combinar estrategias y recursos que permitan abordar una cuestión desde diferentes enfoques y perspectivas.
- Evaluar el progreso de los alumnos con base en criterios e instrumentos objetivos, justos e integradores.
- Atender a la diversidad adaptando el proceso y el seguimiento a las necesidades de todos los estudiantes.
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